lunes, 10 de mayo de 2010

Ensayo VII: Apología de la Compasión, Autor: Aurelio Arteta. Presentado por: Douglas Brown C.I.P. 8-853-847, Jorge Lima C.I.P. 3-728-920

Apología de la Compasión


Tal vez sea conveniente hacer primero alguna advertencia terminológica. Más o menos sinónimos de ella son la misericordia y la conmiseración, aunque por lo común hablaremos indistintamente de compasión o de piedad, porque su sentido en castellano es indistinguible; pero, claro está, que no confundan esta última con su específica acepción religiosa, de devoción hacia la divinidad, como cuando hablamos de una persona o de unas obras pías o calificamos a sus contrarios de impíos.
Además es verdad que, etimológicamente, compasión quiere decir lo mismo que simpatía, pero su uso habitual le ha encargado designar solo una de sus formas.


I. La emoción piadosa

1. La compleja anatomía de una pasión

En este punto se refiere a que la piedad requiere que el compasivo esté expuesto a un mal semejante al del compadecido, pero exige también que no lo esté padeciendo en ese mismo instante. En ese biniestrar relativo con respecto a la situación del doliente reside parte de aquella dosis de contento.
En principios, la piedad no distingue entre inocentes o culpables, irresponsables o responsable de su mal; le basta para suscitarse la mera presencia de la desgracia.
La piedad es un ejercicio de la imaginación por el que nos ponemos en el lugar del que sufre.

2. Los desprestigios de la compasión

Trata que la compasión, en definitiva, se encuentra entre nosotros gravemente desacreditada, y quien tienda a ejercerla (o a dejarse cuidar por ella) experimental la tentación de ocultarla como una vergüenza. Un hombre que esta tan desgraciado rechaza una ayuda con exabruptos como “guárdate tu compasión”, “no deseo ser objeto de piedad”, “no quiero deber favores a nadie”, entre otros.


II. Del sentimiento a la virtud compasiva

Ha llegado el momento de salir en defensa de la piedad vituperada, una mirada demasiada torcida para reducir la piedad a sólo eso, para confundir la compasión con sus peores riesgos, con vista a recuperar su prestigio.

1. El doble resorte de la virtud de la compasión

Pues bien, la piedad requiere de la grandeza humana, lugar a lamentar su penuria mortal y su pequeñez sería insensato ponderar su dignidad amenazada o en camino a perderse.
Borges con palabras claras y bellas dice: “Ser inmortal, menos el hombre, ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal”.


2. Apología de la compasión

La virtud de la compasión es la respuesta más apropiada a este conjunto de dignidad y finitud que es el hombre, se muestra capaz de sortear aquellos riesgos que la acechaban como pasión.

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